[Instalación
Número 4 en la serie de textos, "En Busca de los Chaneques"]
“Yo iba
caminando por la orilla del arroyo un día en el que hacía mucho calor. De
repente oí un ruido extraño. Alcancé a escuchar dos raras voces que hablaban en
una lengua desconocida. Me acerqué más al arroyo y pude ver que, ahí al lado
del agua entre las hierbas y plantas, había dos chaneques acostados sobre las
piedras, soleándose. Estaban hablando en su idioma—yo no les entendía, pues no
estaban hablando en la lengua amuzga de nuestro pueblo ni estaban hablando
español. Era una lengua extraña.
Me acerqué más y
pude ver que se trataba de una chaneca hembra y un chaneque varón. El chaneque
oyó mis pasos, dejó de hablar y me miró. A mí me dio muchísimo miedo, y me fui
corriendo para mi casa.”
-Relato de un
encuentro con chaneques, de la Costa Chica de Oaxaca
[Hasta los años 1960, los indígenas barí (motilone)
eran personas leyendarias—no se había comprobado su existencia.]
Por muchos años, se hablaba de la existencia de una
tribu de indígenas que supuestamente vivían en algunas regiones selváticas de
Venezuela y Colombia. Se les denominaba los “motilones”, pero en realidad nadie
sabía cómo se autodenominaban, pues nadie había establecido contacto con los
motilones. Muchos decían que, efectivamente, no existían los motilones—que se
trataba de puros cuentos y leyendas.
Los “motilones” dejaron de ser personas teóricas o
leyendarias en los años 1960, cuando por fin un misionero extranjero incurrió
en su territorio y llegó a vivir con ellos.
Bruce Olson, un predicador evangélico de EEUU, salió de la selva en el año 1962 y platicó con los antropólogos y lingüistas de Colombia, confirmándoles que, efectivamente, los motilones sí existían. El Sr. Olson afirmó que los indígenas hablaban una lengua tonal (como muchas lenguas indígenas de México), que los “motilones” se autodenominaban los “barí”, y presentó varias fotografías de los indígenas. Ante los ojos de la gente “civilizada”, los barí – motilones habían pasado de ser personas leyendarias a ser una etnia reconocida de personas físicas. (Sobra decir que, para los mismos barí, nada había cambiado—seguían viviendo y existiendo como lo habían hecho por milenios.)
Bruce Olson, un predicador evangélico de EEUU, salió de la selva en el año 1962 y platicó con los antropólogos y lingüistas de Colombia, confirmándoles que, efectivamente, los motilones sí existían. El Sr. Olson afirmó que los indígenas hablaban una lengua tonal (como muchas lenguas indígenas de México), que los “motilones” se autodenominaban los “barí”, y presentó varias fotografías de los indígenas. Ante los ojos de la gente “civilizada”, los barí – motilones habían pasado de ser personas leyendarias a ser una etnia reconocida de personas físicas. (Sobra decir que, para los mismos barí, nada había cambiado—seguían viviendo y existiendo como lo habían hecho por milenios.)
¿Será posible que los chaneques sean iguales a los
“motilones”? ¿Acaso podrían ser personas de baja estatura que han evadido el
contacto con los demás seres humanos por milenios—personas que siguen viviendo
de la naturaleza en las partes más lejanas y retiradas de los bosques y selvas
de México?
La teoría de la “criptoantropología” se trata
precisamente de eso.
Criptoantropología es una palabra compuesta. Consiste
en dos partes: “cripto-”, que significa “algo desconocido u oculto”, y
“antropología”, el estudio de las etnias y culturas humanas. La
“criptoantropología” se trata del estudio de etnias cuya existencia es, hasta
el momento, teórica. Los barí – motilones eran, hasta hace unas pocas décadas,
una “etnia teórica” y el estudio de ellos se limitaba a la criptoantropología;
ya cuando los citadinos entablaron contacto con ellos, pasaron de la
criptoantropología a la antropología.
Reitero—¿acaso será posible que los chaneques sean una
etnia de seres humanos?
Desde el punto de vista de la criptoantropología, se
teorizaría que los chaneques son una tribu o etnia de personas de baja estatura
(como los pigmeos de África). Que son de carne y hueso, que biológicamente son
como todos los demás seres humanos del planeta. Que comen, hablan, tienen
tradiciones y costumbres e idioma propios. Que han subsistido de la naturaleza
por milenios y, de manera casi milagrosa, han evitado el contacto con las demás
etnias de México. Y debido a la falta de información y contacto, las demás
personas han desarrollado leyendas entorno a estos “chaneques”, atribuyéndoles
poderes sobrenaturales.
Por cierto, existen etnias que han logrado esta
condición. Ya en el año 2013 son muy pocos restantes en el planeta, pero es
cierto—existen grupos de personas indígenas que han logrado evitar el contacto
con el mundo “civilizado”, que todavía viven tal y como vivían hace tres mil
años.
Una de estas etnias se llama “mashco-piro”. Los
mashco-piro (también conocidos como los “cuajareños” por los hispanohablantes)
viven en una de las partes más retiradas de la Amazonía de Perú. Hasta la fecha
no han tenido contacto con la gente citadina. Apenas mantienen relaciones
distantes con otras etnias indígenas de la región. Todo lo que se sabe acerca
de ellos se basa en las anécdotas que han contado los pocos indígenas (de otras
etnias) que los han contactado. Más allá de esa información, se cuenta con
algunas fotografías que se tomaron a los mashco-piro desde un helicóptero en el
año 2010.
[Las personas de la etnia mashco-piro aún no ha
entablado contacto con los demás seres humanos.]
Hasta la fecha, hay algunas otras etnias parecidas a
los mashco-piro, personas que viven en las partes más remotas de la selva
amazónica en Perú, Ecuador y Brasil que han evitado por completo el contacto
con la sociedad “moderna”.
¿Acaso es posible que existan comunidades parecidas así
en la República Mexicana? ¿Comunidades de personas que han aludido por completo
el contacto con la demás gente, que han evitado la modernidad?
Por supuesto, esta teoría provoca grandes cantidades
de dudas y preguntas.
Una de las mayores dudas se trata del elemento
práctico: ¿Acaso es posible que una etnia de personas pueda evitar el contacto
con los demás Mexicanos, en pleno siglo 21? Claro está, existen grandes
reservas naturales en la República Mexicana, como la Reserva de la Biósfera El
Triunfo en Chiapas, extensiones amplias de campo silvestre con pocos
asentamientos humanos. Pero nada que se compare con la Amazonía de Sudamérica.
Sin embargo, no debemos descartar la posibilidad.
Volviendo al ejemplo de los indígenas mashco-piro de Perú—estos han evitado en
contacto con los peruanos hispanos por decisión propia. Su último contacto con
los mestizos se dio en el año 1894, cuando el ejército paramilitar de Carlos
Fermín Fitzcarrald masacró a grandes números de personas mashco-piro. Y es de
conocimiento común que, cuando una persona o un grupo de personas quieren pasar
desapercibido, lo pueden hacer por décadas o por siglos si se lo proponen.
Dejando al escepticismo a un lado por el momento,
consideremos la posibilidad--¿será posible, acaso, que los chaneques sean una
etnia de pigmeos que, por razones propias, han optado por evitar el contacto
con nosotros y vivir en armonía con la naturaleza?
* * * *
Este
texto forma parte de una serie de textos sobre las leyendas de chaneques,
"En Busca de los Chaneques".
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