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Sunday, November 6, 2016

Mamá Lola conoce el libro de los chaneques

Un momento histórico:
Por primera vez, Mamá Lola conoce el libro que contiene las historias de los chaneques que ella vivió en carne propia.
Comentó:
"Está muy bonito el libro, y todo eso es cierto. Yo lo sé porque yo lo viví. Pasó hace muchos años, pero yo me acuerdo. Qué bueno que existe el libro, porque ahora muchas otras personas pueden conocer estas historias también. Y no van a desaparecer."


Tuesday, October 15, 2013

De Hawái a Escocia: Los Menehune y las Hadas

En Busca de los Chaneques
De Hawái a Escocia: Los Menehune y las Hadas


Up the airy mountain
Down the rushy glen
We dare not go a-hunting
For fear of little men…
                -verso popular de Irlanda

[TRADUCCIÓN: “No nos atreveremos a ir a cazar ni al alto cerro árido ni a la cañada cenagosa, por el temor que les tenemos a los hombres pequeños.”]



Los antiguos campesinos de Irlanda y Escocia hablaban de las “hadas” que habitaban los bosques y las montañas del campo remoto. Y no se trataba de muñequitas como la “Campanita” de las caricaturas de Disney—las hadas del folclor celta no eran angelitas con alas y una varita mágica. Eran personajes mucho más parecidos a los chaneques de México.

Se decía que las hadas—los fairies, en inglés, también conocidos como “the good folk”, la gente buena—vivían en las cuevas y las montañas, lejos de los asentamientos de los seres humanos. De vez en cuando, la gente veía a las hadas entrando y saliendo de las montañas. Se decía que las hadas eran personas de baja estatura, con ropas extrañas y anticuadas. A veces aparecían en el campo de noche, entre los árboles. Se decía que tenían poderosas capacidades mágicas. Estos misteriosos fairies podían hacerles favores a las personas que les caían bien—pero también eran capaces de hacer mucha maldad.

* * * *

Wednesday, May 29, 2013

Los Chaneques de Hawái y la “Teoría Menehune”


Hace muchos años, mi tía Leilani vivía con mi abuela en un pueblo chiquito, en la isla de Kaua’i. La casa estaba a la orilla de la aldea, rodeada por palmeras, piñales y mangonales. Mi tía era apenas una niña en aquel entonces. Ella dormía en la habitación que estaba ubicada en la esquina de la casa que se colindaba con los piñales.

“Mi tía Leilani amaneció un día y, al querer bajarse de la cama, se dio cuenta que estaba acostada en el piso. La siguiente noche volvieron a acostarla en la cama, y volvió a despertarse en en el piso. Esto sucedió varias veces. Después de unas semanas, mi tía Leilani empezó a soñar con una mujer espectral que la bajaba de la cama. Tenía mucho miedo y se quejaba con mi abuela; decía que le daba miedo dormir en ese cuarto. Para saber por qué Leilani soñaba con esa mujer y por qué siempre amanecía en el piso, mi abuela fue con una de las sabias abuelas del pueblo—con doña Anuhea. La anciana fue a inspeccionar la casa. Al salir hacia los piñales, se fijó en un muro de piedra muy antiguo que atravesaba el piñal. ‘Me consta lo que sucede aquí,’ le dijo doña Anuhea a mi abuela. ‘Es que por aquí pasa el sendero de los menehune, los duendes del bosque.’ Doña Anuhea le explicó a mi abuela que el sendero de estos seres mágicos pasaba por el piñal y atravesaba la esquina de la casa. Suponía que la mujer espectral era un espíritu de los antepasados, que la mujer siempre bajaba a Leilani de la cama para que no tuviera problemas con los menehune ni los estorbaba durante sus travesías nocturnas. A partir de la consulta con la anciana, mi tía dejó de dormir en ese cuarto y se acabaron los problemas.

“Muchos no creyeron el relato de doña Anuhea, ni querían creer lo que decía mi tía Leilani. Pero después de varios años, hicieron unas obras de construcción y excavaron el suelo debajo del cuarto infame. Los obreros descubrieron los huesos de una mujer—se dice que era ella la que siempre bajaba a Leilani de la cama. Desde aquel entonces, mis familiares aprendieron a tenerles mucho respecto a los antepasados y a los menehune también…”

-Relato de Mahina, muchacha hawaiana, de la Isla de Kaua’i, Hawái


En las islas de Hawái—archipiélago tropical en medio del océano pacífico—existen muchos relatos acerca de los “menehune”. Estos seres diminutos son muy parecidos a los chaneques o duendes. Son seres del bosque y de la noche. Tienen poderes sobrenaturales: pueden hacerse invisibles, pueden transformarse, atravesar muros y paredes (como vimos en el relato anterior), y realizar encantos y maldiciones. Tal y como los chaneques y los duendes de varias culturas del mundo, se dice que los menehune son capaces de cometer muchas travesuras—pero también pueden hacerles favores a los seres humanos.

Thursday, January 31, 2013

Los Chaneques y la "Criptoantropología"


[Instalación Número 4 en la serie de textos, "En Busca de los Chaneques"]



“Yo iba caminando por la orilla del arroyo un día en el que hacía mucho calor. De repente oí un ruido extraño. Alcancé a escuchar dos raras voces que hablaban en una lengua desconocida. Me acerqué más al arroyo y pude ver que, ahí al lado del agua entre las hierbas y plantas, había dos chaneques acostados sobre las piedras, soleándose. Estaban hablando en su idioma—yo no les entendía, pues no estaban hablando en la lengua amuzga de nuestro pueblo ni estaban hablando español. Era una lengua extraña.
Me acerqué más y pude ver que se trataba de una chaneca hembra y un chaneque varón. El chaneque oyó mis pasos, dejó de hablar y me miró. A mí me dio muchísimo miedo, y me fui corriendo para mi casa.”
-Relato de un encuentro con chaneques, de la Costa Chica de Oaxaca

[Hasta los años 1960, los indígenas barí (motilone) eran personas leyendarias—no se había comprobado su existencia.]

Por muchos años, se hablaba de la existencia de una tribu de indígenas que supuestamente vivían en algunas regiones selváticas de Venezuela y Colombia. Se les denominaba los “motilones”, pero en realidad nadie sabía cómo se autodenominaban, pues nadie había establecido contacto con los motilones. Muchos decían que, efectivamente, no existían los motilones—que se trataba de puros cuentos y leyendas.

Los “motilones” dejaron de ser personas teóricas o leyendarias en los años 1960, cuando por fin un misionero extranjero incurrió en su territorio y llegó a vivir con ellos. 



Monday, January 14, 2013

Chaneques de Carne y Hueso


[Instalación Número 3 en la serie de textos, "En Busca de los Chaneques"]


[Imagen de la escuela primaria Macedonio Alcalá]

"Antes había un dormitorio en la escuela “Macedonio Alcalá” donde dormían algunos de los alumnos entresemana. El edificio que anteriormente era el dormitorio actualmente se utiliza como salón de clases.

Hace varios años los niños estaban dormidos en el dormitorio cuando los despertó un extraño ruido. Se asomaron y vieron a varios seres pequeños. Los chaneques se habían metido al dormitorio por la ventana y estaban haciendo travesuras—rompieron las ropas de los alumnos, tiraron sus cosas al piso. A los niños les dio muchísimo miedo.

Dicen los pequeños testigos que vieron como los chaneques se salieron por la ventana—el último en salir del dormitorio tuvo problemas para escaparse, pues su zapato se atoró con la ventana. Finalmente al chaneque se le cayó el zapato; se fue sin su zapato. Uno de los niños—no recuerdo quién—agarró el zapato y se lo llevó consigo.

Yo vi el zapato—era una chulada. Estaba chiquito, con un tamaño como de unos 15 centímetros. Estaba bonito, con una forma curiosita y hecho de un material desconocido. No era claro si estaba hecho de cuero, o de barro, o de qué material lo habían fabricado. Brillaba cuando lo pegaba la luz."
-Suceso verídico de una comunidad indígena de la región de La Cañada, Estado de Oaxaca



El señor que me contó la historia arriba citada afirma haber visto el zapato que el chaneque dejó en la escuela tras escaparse por la ventana. Y por si fuera poco, su sobrina afirma que estuvo ahí en el dormitorio cuando pasó. Tenía unos ocho años en aquel entonces; me afirma que vio claramente como los chaneques se metieron a la habitación, que ella pudo ver los rasgos de sus caras, sus manos diminutas, sus ojos maléficos. Ella pudo oír el ruido de sus pequeños pies al treparse por la pared, vio como se cayó el zapato del chaneque cuando se le atoró con la ventana.

Y fue ella quien recogió el zapato y se lo entregó a su tío.


Monday, November 19, 2012

En Busca de los Chaneques: "¿Acaso son Espantos?"

[La segunda instalación en mi serie de ensayos sobre los míticos chaneques...]


“Mi amiga me dice que hay una casa aquí en Ensenada, no muy lejos de esta colonia.

En esa casa espantan. Entras a la casa de día y no ves nada. Puedes cerrar la casa bien, cerrar las ventanas, las puertas, encerrarte bien allá adentro de la casa. Pero no importa—siempre aparecen los chaneques allá adentro de la casa. Es que ellos siempre están allá adentro. Si te quedas en esa casa de noche, se te van a figurar. Se te vean a aparecer los chaneques—esos duendes chiquitos que van corriendo por la casa. Tú los vas a ver si te quedas allá adentro toda la noche—o los verás, o oirás las pisadas de sus pequeños pies. Van corriendo por la casa toda la noche.

Dicen que la casa está a un lado del panteón. Yo creo que es por eso que espantan en esa casa…”
-Habitante de la Colonia 89 de Ensenada, B.C.


Les aseguro que, hasta la fecha, no me atrevo a entrar a la casa que se menciona arriba. Algún día les juro que lo haré—y en cuanto lo haga, publicaré un texto al respecto.

No es que crea precisamente que podría ver algo—es que creo en la posibilidad de ver algo. Y lo que más miedo me da es la posibilidad de toparme con algo que no se limite a las leyes de este mundo físico. Toparme con un fenómeno que pueda superar cualquier frontera material para espantarme es una posibilidad que me parece sumamente tenebrosa.


Monday, October 22, 2012

Chaneques en la Baja California


“Yo iba manejando por la carretera en el Estado de Puebla, de noche, cuando hice parada debajo de un puente. De repente aparecieron decenas de seres pequeños; salieron de las sombras. Yo los vi claramente a través del parabrisas. Comenzaron a brincar sobre mi coche, riéndose como locos. Al otro día vimos que el vehículo todavía traía las marcas de sus pies diminutos…”

* * * *
“Crecí en un pueblo pequeño, por la Costa Chica de Oaxaca. De niña, vi los chaneques en varias ocasiones. Una vez iba caminando al lado del río con mi hermana menor y oímos unas voces extrañas; estaban hablando en una lengua desconocida para nosotras. Miramos hacia la orilla del río y vimos dos chaneques—una hembra y un varón—sentados en el suelo, platicando entre sí. Me dio mucho miedo, pues sabía que esos animales hacen maldad. Entonces agarré una piedra, la bendije en el nombre de la Virgen, y se la aventé a los chaneques para espantarlos…”